IX

Los sistemas de detección automática de escenas, donde la cámara identifica la escena cuando apunta al motivo y hace los ajustes pertinentes; de detección de caras y sonrisas, para tomar la instantánea en el momento preciso; de reconocimiento facial y seguimiento del movimiento se han generalizado. Habría que añadir la reciente creación de una inteligencia visual, análoga a la inteligencia artificial, que no sólo actúa en el espacio sino durante el tiempo, y ajusta de forma intuitiva la composición basándose en la dirección de la cara del sujeto, el número de personas del marco e incluso si el sujeto sonríe. Este método automático de generar fotografías espontáneas es capaz de tomar imágenes que incluyan el mayor número posible de rostros enfocados y girar el objetivo hasta encontrar el encuadre ideal mediante una capacidad de rotación de 360º. Como es obvio, un mero cambio en la programación permitiría detectar cualquier otro aspecto visual cuantificable y digitalizable si se genera el modelo adecuado. Los progresos de esta inteligencia apuntan a confeccionar un catálogo perceptivo universal a partir de códigos y modelos que anulen la singularidad y sustituyan de manera progresiva la realidad por el modelo. La sonrisa pasará de ser un acto de expresión a un elemento modelable y de naturaleza lógica que, en lugar de existir por sí mismo, existirá siempre y cuando responda a los criterios de inclusión o exclusión del programa. La máquina, en última instancia, decidirá quién ríe.